Yo Siempre Gano
Además de esto, hablamos de
una sociedad que nos forma, desde muy niños, para la competencia, el debate, la
confrontación; el ganar, superar y vencer al otro referente. En juegos
infantiles, en exposiciones de clases, podios, cuadros de honor, títulos,
medallas, diplomas, certificados, que engrosan currículos y tabuladores
salariales. Seguramente necesarios y difíciles de sustituir por otros esquemas.
Seguramente una de las cosas
más enriquecedoras de las Artes Marciales, es la inculcación del respeto hacia “el
otro”, que no es más que alguien buscando perfeccionar su camino. Eso te lleva
a identificar a tu adversario en ti mismo, en ese único al que puedes conocer
en detalle y que pudiera ser superado diariamente. Es en esa búsqueda y esa
victoria donde debemos encontrar satisfacción.
Por tanto, es quizás el
enfoque que damos a la derrota lo que primeramente deberíamos trabajar en todo
escenario. ¿Ir al combate con intenciones de ganar? ¡Por supuesto!... pero no
con intenciones de derrotar al oponente. Ganar puede ser tu primera intención,
no vencer al otro, quien sólo hace las veces de tu referencia; pudiéramos decir
que ese otro, es tu aliado.
Yo
Siempre Gano.
¿Por
qué digo que siempre gano? No es por el lugar al que llego, no se trata de que
yo vencí a alguien, no se trata de que me gané algo material; se trata de que
siempre me queda algo. Aunque no logre el primer lugar, o no gane todo a lo que
opté, siempre me queda algo, siempre me queda una experiencia, siempre un
cliente nuevo, un método nuevo.
El día que no vendes, te das
cuenta que ganaste algo porque aprendiste que debes hacer publicidad y cómo
debes hacerla; el día que vendes te das cuenta que, si vino mucha gente es porque
hiciste las cosas bien, a medida que vas haciendo las cosas estás mejorando tu
procedimiento. Cuando compites te das cuenta que no entrenaste lo suficiente,
pero aprendiste, ganaste, viste como están peleando los demás, viste como se
está moviendo la gente y sabes que es mucho lo que te queda, pero aprendiste cómo llamar un día de derrota y concluyes que: simplemente hay días buenos y otros, no
tan buenos.
Yo siempre gano, porque siempre me
queda algo que no tenía, me quedó la experiencia.
Hoy no conseguí el primer lugar, pero llegué hasta la final, y entonces aprendí cómo hacerlo mejor la próxima vez. Quizás hoy no alcancé las metas que me había trazado para este día, pero comprendí que había hecho un mal plan… o sea, aprendí “cómo no debo hacerlo”.
Yo siempre gano, en mi
equipo, siempre ganamos.
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