¿Tirar la Toalla?
Tomando como base esa
primera entrada, nunca perdemos, pues siempre obtenemos algún provecho, aún de
nuestras experiencias más desventuradas.
Sin embargo, más de una vez hemos
visto que es la persona a nuestro lado quien se lleva el trofeo al que tanto anhelamos,
más de una vez hemos visto desaparecer una meta antes de alcanzarla, o hemos
desfallecido sin aliento ante ella.
Tirar la Toalla
Dentro del reglamento del
boxeo existe una regla, según la cual, el entrenador o equipo técnico de un
pugilista en combate, puede detener la pelea en cualquier momento, al ver que
su pupilo se encuentra en malas condiciones físicas o desconcentrado, al punto
de poner en riesgo su integridad física. Esa decisión se da a conocer al árbitro
o réferi lanzando una toalla o esponja del equipo que asiste al luchador y
tendrá validez inmediata “aún a pesar de que el boxeador desee continuar” la
confrontación. La pelea concluye. Visto de esa manera, aunque moleste al
boxeador quien seguramente se encuentre dispuesto a seguir demostrando su
coraje, es realmente ventajoso contar con alguien con la posibilidad de tirar
la toalla y evitar males mayores, quizás salvarnos la vida.
Muchas veces creemos que, “Coraje”,
es seguir hasta el final pero, a veces, es reconocer que no puedes. Al fin de
cuentas, para obtener un aprendizaje ganador de esas derrotas de las que hablamos
la semana pasada, primero debemos lograr salir conscientes.
Pero la vida va de otra
cosa, y generalmente no vamos con un entrenador atrás nuestro dispuesto a ir
lanzando toallas cada vez que administramos mal nuestras energías o estamos
aplicando una mala estrategia que puede conducirnos a un mal desenlace.
Por tanto, a veces nos toca
ser nuestro propio entrenador, nuestro propio equipo de esquina, porque puede
que algunas de esas cosas que nos trazamos como metas, lleguen a convertirse en
nuestra sentencia debido a nuestro empecinamiento.
Es así como, cotidianamente,
damos con gente que estudia lo que no le gusta, gente a la que el trabajo
le frustra, yendo automáticamente a rituales religiosos o conviviendo
rutinariamente en relaciones donde ya se ha perdido todo encanto y perspectiva
común. Enfocando "el coraje" de una manera errada, un poco por terquedad, por
orgullo, por miedo al “qué dirán”, creyendo quizás que lo contrario sería
avergonzar al resto del equipo. Siendo todas estas, ideas fantasmas que solo nos
apartan de la paz que nos merecemos.
Es sano saber reconocer
cuando piensas o actúas equivocadamente. Es sano y acertado saber dónde te
encuentras en tu escala de aprendizaje y entrenamiento, aunque el indicador sea
un golpe a tu cabeza que te aturda levemente indicando que estás dejando áreas sin
cubrir. Eso te dará perspectiva.
No se trata de rendirse, para nada. Tampoco pretendo, desde este humilde blog, propiciar cambios de carrera, renuncias, deserciones escolares, separaciones de pareja. Se trata de administrar conocimientos, energías, sentimientos… y someter nuestra satisfacción y plenitud a continua evaluación.
Generalmente no alcanzamos
nuestras metas de la noche a la mañana, el crecimiento, el aprendizaje, la
evolución se toman su tiempo. Lo que si debemos tener claro es que cada día,
cada tarea, te debe satisfacer y hacer sentir más cercano a tu proyecto. Cada
día te debes parecer más a ese que proyectas a futuro… ese que construyes.
Aunque sea un poco más tras cada acción.
¿Cómo saber hasta dónde y hasta cuándo?
Lo que nos separa de esta difícil situación, la de escoger entre continuar el mismo camino, tras la misma meta... o por el contrario, cambiar de meta y destino, puede ser una delgada e invisible línea, casi imperceptible.
Está atento, cuando vas por el camino
acertado, las cosas van fluyendo de manera armoniosa, como si hasta el mismo
camino te fuera ya familiar y acorde al destino deseado. Por el contrario, cuando encuentras
trabas y dificultades, puertas cerradas y se repiten obstáculos difíciles de
sortear, seguramente sean señales que intentan hacerte evidente el camino equivocado que llevas. Entonces, parafraseando
la canción, podamos decir algunas veces que, quizás, “volver, también sea una forma de llegar”.
No temas incluir en tus análisis
y autoevaluaciones, posibilidades como: corregir, rectificar, replantearse
escenarios, darse tiempo… y saber decir: hasta aquí.
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