Joven, puedes serlo una sola vez... pero disfrutar, puedes hacerlo toda tu vida.
“Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!”
Rubén Darío
Ciertamente la juventud es maravillosa, no parecen haber suficientes palabras que logren describirla; pero imaginemos lo que sería conservarse en un mismo estado de juventud durante años y lo que significaría perderse todas las etapas que cronológicamente nos corresponde vivir.
En esa Naturaleza (de la que con
frecuencia olvidamos que somos parte), la semilla deja de serlo para dar forma
a una plántula, que se hace árbol... sus flores desaparecen abonando el suelo,
dando lugar al fruto, que contiene semillas. Animales y plantas no cuestionan
el natural programa en que se desarrolla todo, es el mágico baile de la vida.
Siendo realmente muy poco lo que
podemos hacer para alterar el paso del tiempo, lo único cierto que nos queda, es
que la verdadera juventud y la edad que
asumimos, no se trata de los años siguientes o los pasados, se trata del tiempo
presente. Es increíble lo feliz que puedes ser cuando te enfocas en lo que
estás haciendo, sin importar, ni tan siquiera pensar, si puedes, debes o te
corresponde según tu edad.
Los sueños, las ilusiones, el amor, la aventura, nuestros objetivos, nunca
caducan; ellos están allí, no nos abandonan, por el
contrario, podría decirse que siempre están aguardando sobre nuestros
hombros... y somos nosotros los que les damos la espalda y los dejamos colgados
de la pared, en el reflejo del espejo, en una butaca de teatro, esperándonos en
la puerta de ingreso a la universidad de nuestra ciudad, debajo de la almohada,
en el tintero.
Quizás, más que temer a perder
la juventud, deberíamos temer a renunciar a nuestras ilusiones y sueños.
Es increíble el efecto que causa una ilusión (esa que abundaba en nuestros primeros años) el borrador de un nuevo proyecto, plantearse un objetivo, un reto, y
darle más vida a la vida y más sentido a nuestros días. Poner empeño hasta
transformar nuestras rutinas en la adrenalina que nos haga salir de la cama con
felicidad y no con pereza.
No te cierres a tus propios sueños. Descubre
(o re-descubre) cada día lo que eres capaz de desarrollar. Quizás lo que
pensabas bueno ayer, no funcione hoy... pero quizás ayer no hubiera funcionado
y el momento sea justo ahora... Nunca lo sabremos si no lo intentamos.
¡No seas actor secundario en tu
propia vida... ¡y menos por la edad!... ¡Sé siempre el protagonista!
Comentarios
Publicar un comentario