Feliz, según la fecha.

 

Sería bueno preguntarnos ¿por qué algunos días nos hacen sentir mejor y otros no tanto? Por qué en Navidad estamos alegres, en nuestros cumpleaños, cuando tenemos una fiesta o aniversario, etc... mientras que, en otras fechas, no ocurre así.

 


Estoy seguro que todo comienza, bien sea por una motivación, por un recuerdo, o por la satisfacción de una meta cumplida.

 

Motivación, es el caso de la navidad, fecha que más allá de enfoques religiosos, usualmente asociamos y unimos con el fin del año calendario, cuando nos planteamos o proyectamos hacia cosas alegres y positivas, entonces, con tan solo pensarlo, nos mejora la aptitud y una buena disposición para las cosas.

 

Ocurre similar con los recuerdos, como cuando relacionamos una fecha, digamos un cumpleaños, con un bonito ambiente o época guardada en nuestra mente, entonces nos visualizamos, reviviendo, casi de nuevo, felices... y entonces esa fecha es ya de por sí sinónimo de felicidad. ¿Acaso no podemos propiciar hoy momentos, encuentros, festejos y ambientes dignos de recordar mañana? Esos serán los recuerdos que en el futuro rememoraremos sonrientes. Hagamos un buen hoy.

 

Si se trata de metas o logros que nos planteamos cumplir en una fecha específica, creamos expectativas, esto nos mantiene motivados, animados y esa sensación crece aún más a medida que se llega esa fecha... ni decir si lo logramos o sentimos que vamos llegando con cifras alentadoras.

 

Entonces, considerando motivaciones, recuerdos, y metas cumplidas, parece sencillo caer en cuenta de que existe en nosotros cierta predisposición a ser felices y hasta podemos disfrutar el viaje hasta esas fechas preestablecidas, icónicas o referentes.


Claro está que, ojo, así mismo puede ocurrir si nuestras proyecciones apuntan o se asocian con fechas que consideramos negativas. Aquellas en que tuvimos una desagradable experiencia, un accidente, la pérdida de un ser querido, un proyecto que fracasa, una relación que termina. Siempre habrá que ser cuidadosos con la manera que manejamos esas proyecciones y esa manía de perpetuarlas en nuestra vida. Quedémonos siempre con lo bueno de cada momento.

Si puedes disfrutar una vida de motivación y pequeñas razones para andar feliz ¿por qué aplazar tanto las cosas? 

Haciendo un pequeño esfuerzo podríamos acortar las fechas para cada una de las metas que nos proponemos... por ejemplo:

Si nos proponemos bajar de peso en 6 meses (quizás lo logres en más tiempo y puede que en el camino abandones) ¿Qué tal si mejor cambiamos la técnica... diciéndole a nuestra mente: vayamos por unos 100, 200, o 300 gramos menos semanales? así cada semana tendremos un motivo para sentirnos optimistas y la suma de estas pequeñas lecturas nos den un mejor resultado. Practica metas cortas reales y con objetivos claros en tiempos cortos divide tus planes y motívate cada día. Comienza por lo pequeño para llegar a lo grande.


Así, sin darte cuenta, te estarás garantizando “puntos” para ser feliz mañana... y al día siguiente... ¡y al otro día!



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