Entre lo que nos tocó y lo que escogimos

 

Es muy común escuchar esa frase: !Eso fue lo que me tocó!... en referencia a una situación en nuestra vida; el hecho, es que esta expresión sin darnos cuenta trae un sentimiento de resignación o derrota, ciertamente existen cosas que no elegimos, pero en muchos casos, aunque no lo elegimos, "son consecuencia de nuestras acciones"... O sea, NO fue que nos tocó.



Ahora bien, la otra realidad es lo que escogimos (hacer, decir, pensar ,actuar) es increíble lo que pueden cambiar las cosas.

Creo que no existe fórmula o remedio para enfrentar una determinada situación, eso será algo único para cada caso, quizás lo que funciona para unos no funcione para otros.

Lo que sí aplica para todos, es algo que se llama: Actitud, creer en uno mismo, saber que, aunque te sientas mal y pienses que es el fin, NO debes rendirte.

Nuestro mayor problema suele ser, cambiar nuestra realidad interior. Deberíamos tener presente que, mientras más pienses en el problema, más disminuye tu energía... y mientras más confíes en que sabrás solucionar las cosas, aumenta tu Fe... y no hablo de horas de imsomnio dándole vueltas al problema, como puedes leer mi anterior artículo: Hasta que Salga el Sol >> Link aquí

Sé que es imposible no pensar en el agua cuando te estás ahogando, pero en muchos casos, quizás la mayoría, lo que corresponde es calmarnos e incluso dejarnos llevar por la corriente, hasta que sea el momento de empezar a nadar.

Si vamos a pensar en el problema, que sea en la causa que lo originó, de esta manera, a futuro, no repetiremos los mismos errores. Mientras hacemos esto surgirán soluciones en nuestra mente, lo que genera una actitud positiva, el combustible que hará la diferencia.

Transforma todo este dolor, frustración y hasta rabia... en energía que te haga reaccionar, pelear, actuar y cambiar el "¿por qué yo?.. ¿Por qué a mi?... en un: ¡Lo voy a lograr!... ¡esto no me hará rendir!

¡Está alerta!... porque las expectativas también suelen provocar ansiedad y eso, no es bueno. 

Para una solución debe haber un cambio de acción y pensamiento (simultáneamente), así, mientras revisas cómo lo harás, también caerás en cuenta de que aún existen muchas cosas que no intentas y que quizás una de las razones del problema fue quedarte quieto. Como siempre lo comparo con las peleas diría: Si no te mueves... ¡te marcan!

Evita comparar mucho tu situación con la de nadie, pueden ser referencia, pero procura ver dentro de tu vida todo aquello que has logrado, lo que te hace feliz. Seguramente encontrarás lo mejor en ti mismo.

No te exijas en el tiempo, exígete en tus acciones, has una lista de posibles soluciones y tareas para alcanzarla, sé disciplinado y no regreses a casa hasta haber completado las metas del día.

Un día a la vez, antes de quejarte por lo que te está pasando, agradece por la oportunidad que te da la vida de solucionar las cosas y tomar las riendas.

Si vas a hablar del problema con alguien, que sea para buscar un consejo, una ayuda, no para mostrarte derrotado o desafortunado.

 

No es lo que te debe dar la vida, se trata de lo que luchas.

¡Levántate y pelea!



 


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