De Espalda a la Crisis

Comienzo esta entrada con una anécdota que, aunque personal, seguramente algunos de ustedes ya ha vivido en situaciones similares.

 

Hacia finales  del año 2002, se presentaba en Venezuela una crisis aguda, el país estaba paralizado por motivos socio políticos que no vamos a tocar en mayor profundidad, las empresas básicas se sumaban y no se conseguía combustible, por tanto, transporte, alimentos, y artículos de primera necesidad comenzaron a hacerse escasos.

 

En cualquier lugar y esquina las personas parecían sólo hablar de, “La Crisis”.

 

Con mi hijo de un año me iba a un parque a dispersar un poco la mente y alejarme de “La Crisis”. Yo en esos momentos pasaba por mi propia crisis personal, me acababan de robar un camión, bueno, peor que eso, aún no era mío pues aún lo estaba pagando.

 

Me encontraba entonces con una familia joven que mantener, y a mi alrededor, nadie hablaba de soluciones, solo escuchaba hablar de problemas. Así que de manera intuitiva, trataba de alejarme de todo aquello que supusiera más caos en mi propio conflicto. Me alejaba, recuerdo que me iba caminando desde la conocida Plaza Venezuela, hasta el concurrido Chacaito... atravesando todo el Bulevar de Sabana Grande, sus muchos comercios, vitrinas y transeúntes. Mientras caminaba, pensaba en qué opciones tenía, qué podía hacer, qué se me podía ocurrir. Así transcurrían las horas, en largas caminatas de pensamientos y reflexiones.

 

Pero ciertamente había una crisis a mi alrededor, la escasez hizo  que muchos vendedores ambulantes -en Venezuela les llamamos “buhoneros”- ofrecieran comida y otros alimentos en las aceras, por las calles de la ciudad capital y otras zonas periféricas. Fue un evidente crecimiento del comercio informal.

 

Aún tenía un camión, así que se nos ocurrió algo, comenzamos a hacer transporte para muchas de estas personas. Los trasladábamos desde uno de los principales Mercado de Mayoristas, el de Coche, hasta Los Teques, mi sitio de residencia, a unos 25 kilómetros de la capital.

 


Con el camión subíamos sus productos y mercancías y abastecíamos sus puestos de trabajo, y a alguna parte de la población que padecía de aquella crisis.

 

Obviamente no estaba resolviendo la crisis del país, pero sí la mía. Seguramente en algo contribuía con la economía de algunos mientras podía llevar alimento a mi casa, mientras todo esto sucedía.

 

Definitivamente, cada crisis trae consigo oportunidades (no estoy inventando la frase). Y en las oportunidades que encontramos para nosotros mismos, pueden salir beneficiados los que se encuentren en nuestro entorno.

 

“Darle la Espalda” a la crisis, no significa que la ignoremos, ni mucho menos abandonar nuestros compromisos; se trata de intentar ver más allá, no dejarse abrumar por los problemas, no inflarlos, ni permitir que se muestren más grandes de lo que son en realidad. Ojo: En la vida siempre habrán crisis de dos en dos: la tuya y la de los demás.

 

Tenemos el poder (y el deber) de cambiar nuestro destino, moldearlo, adecuarlo, o adecuarnos nosotros mismos. ¡Claro que también podemos darnos por vencidos!... al fin de cuentas, siempre tenemos la excusa perfecta para justificarnos: “La Crisis”.

 

Pero es dicho conocido que “cada quien decide como asumir su barranco”. En cualquier escenario de la vida, indiferentemente de tu edad, tu experiencia, tu orientación sexual o tendencia política, hay que aceptarlo, siempre toparemos con una crisis.

 

Por eso digo:

-          Ese que consideras “tu problema”, es tan grande para ti como lo es para otras personas.

-        Con la felicidad y/o la desgracia no se compiteNunca somos, ni los más felices y afortunados, ni los más infelices y desdichados.

-        Será desde nuestro punto de vista y actitud ante las dificultades, que haremos la que será nuestra diferencia.

-        Cuando logramos superarnos a nosotros mismos, es cuando realmente ganamos; no cuando nos comparamos con otros, porque cada quien tiene su propio contexto.


Existen 2 tipos de motivadores o inspiradores que tomo en consideración

La Primera: hace referencia a aquello que deseas y quieres tener. Puede ser algo material o tangible, como una casa, un carro, quizás un viaje. O algo más subjetivo, como dominar un oficio o ver triunfar a tus hijos, etc. Todo esto puede ser inspirador. 

La Segunda: es aquello que, por el contrario, no deseas. Fracaso  o quiebra en tus negocios, perder una competencia, reprobar un examen, caer enfermo, etc. Es lo que llamo inspiración opuesta y funciona como una barrera de advertencia a orillas entre la carretera y un barranco. Si bien no debemos alimentar el miedo, muchas veces esos avisos, recuerdos de un mal momento o pérdida, motivan a no entretenernos y espabilarnos en tramos de riesgo.

 

Me ocurre que cuando me siento agotado, o tentado a no seguir, recuerdo aquella crisis que pasé y que no quiero volver a experimentar nuevamente y desde allí saco mis fuerzas y motivación para imprimirle más y más fuerza a mi marcha. De esta manera le doy la espalda y dejo atrás a “La Crisis”.

  

Lo que vas dejando a tus espaldas puede catapultarte a nuevos proyectos exitosos.

 


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