El Estado de Ánimo

¿Qué pasa cuando lo perdemos?

 

El estado de ánimo define el resultado de nuestras actividades, de nuestra vida, de lo que hacemos, lo que nos gusta, incluso a veces cuando no hacemos nada.

Voy a comenzar esta entrada contando una primera anécdota:

Hace unos años, estaba prestando servicios de Bullet (en latinoamérica se dice carrera, carrerita, hoy día es común hablar de Uber), aquel que ha usado este tipo de servicio debe saber que no depende todo de ti; a veces estás en un área, suena el teléfono, tienes que ir a recoger a las personas lejos, (a veces la distancia que determina el ride (viaje), es corta, o pueden transcurrir largos períodos de espera)… y eso puede significar algo que realmente te roba tu estado de ánimo, siendo como que te robaran tu felicidad. Muchas cosas pueden estresarte: la espera del mejor ride, que recojas al cliente cerca, que vaya lejos, que coincida en un área donde vuelvas a captar un pasajero con facilidad. En fin, lo cierto es que esos días me tenían muy desanimado, pues no todo salía bien, estaba mucho tiempo en espera, coincidía en una zona que no era confortable, retornaba sin pasajeros.

No me iba bien y había perdido mi estado de ánimo.

Ocurrió que, uno de esos días, estando en un parque, suena una solicitud de servicio. Cuando voy a buscar a las personas, no estaban, se tardan mucho en llegar, era pleno mediodía de un domingo, verano, hacía demasiado calor. Afuera había muchos otros autos esperando y mis pasajeros no llegaban… así que efectivamente, todo aquello alteró mi estado de ánimo.

Entonces se me acerca un señor mayor, que conducía un carrito viejo -recuerdo un Neón- digamos que, en líneas generales y para no entrar en detalles, su carrito “parecía no reunir las condiciones”. Sin embargo, y para mi sorpresa, el hombre vestía un traje con corbata, era un traje que se apreciaba quizás algo usado o fuera de moda, pero bueno y limpio. Lo cierto es que aquel hombre, luciendo su traje con corbata, se acercó a la ventana de mi auto y me dijo animado: ¡Sonríe!... ¿Qué te pasa?

Aquello me tomó por sorpresa, quedé perplejo al oír que lo que me había dicho. Y entonces, sin mediar palabra, me dije – es verdad, ¿qué me pasa? – Vi la actitud del señor y noté que le abría las puertas a las personas que abordaban su viejo Neón, como si de cualquier Limusina V.I.P. se tratara, las asistía para subir, volvía a cerrar las puertas, les sonrió. Luego me hizo un gesto con la mirada, despidiéndose de mí y haciéndome como con una seña pareció repetir, ¡Sonríe!... luego subió a su auto y se fue.

Automáticamente yo me repetí: ¡Oye sí!... es cierto, mantén tu estado de ánimo, no importa lo que estés haciendo, eres tu quien decide lo que vas a hacer ante cada situación.

Entonces recuerdo a aquellas pasajeros que al fin llegaron; yo, ya había cambiado mi estado de ánimo, los recibí con un “Buenas tardes”… mucho respeto, traté de mantener una conversación amena durante el trayecto... y tras llegar a nuestro destino, esas personas me obsequiaron un tip, una propina... y lo digo ahora, no por el valor del dinero que me dieron a cambio, sino recalcando que fue la respuesta recibida por el cambio de mi estado de ánimo.  

Entonces Entendí… o tal vez no deberíamos decir “entendí”, porque es algo que uno sabe y no lo aplica, el estado de ánimo es el que decide.

¿Cuestión de actitud?

A veces uno va caminando (seguramente les ha ocurrido a ustedes) y hay personas apostadas en la acera, buhoneros, vendedores ambulantes, y les ves con un fabuloso estado de ánimo; cuando te van a ofrecer algo, lo hacen con verdaderas ganas de atenderte y venderte, una elocuente atención... y dices -¡Vaya!- Porque, en no pocas oportunidades, has entrado a una tienda de lujo, en algún local de mejor categoría… y ocurre que el personal te mira como por encima del hombro. Entonces es fácil percatarse de que realmente nos define nuestro estado de ánimo.

Cuando perdemos nuestro estado de ánimo es como que empezara a llover, ves oscuro, las cosas no te salen bien. Repito: Nos define el estado de ánimo.

Y así vamos por la vida, vemos  personas entrar a un sitio, un bus, un banco, luciendo una cara larga; mientras que hay personas que lo hacen con otra cara: saludando a todo el mundo, dando los buenos días, las buenas tardes, atento al personal del banco, con paciencia al momento de esperar, escuchando con atención las explicaciones antes de hacer un reclamo… y realmente, eso es la vida: Estado de Ánimo.

Pongamos, por ejemplo, un profesor de karate: tiene que trabajar conectado a sus muchachos que están recién comenzando, o que pueden sentirse frustrados, se desaniman en los inicios.

Ese profesor debe sacar lo mejor de ti. De hecho, ese profesor no te debe exigir nunca que ganes... él te va a exigir que des lo mejor de ti, que tengas ánimo y entonces des lo mejor de ti. Porque al final del cuento eso es lo que la gente respeta y valora.

¡Qué bonito y que positivo es levantarnos y asumir que tenemos que cambiar nuestro ánimo!

Qué fácil (ya lo hemos dicho) andar felices cuando todo anda bien... y entonces, cuando las cosas “no andan tan bien”… cambiamos nuestro estado de ánimo y tendemos a empeorar todas las cosas, porque sólo nos enfocamos en el lado negativo, lo que salió mal, lo que no es, lo que no logramos, sin ver que ”hay otras cosas”... porque no todo se trata de ganar.

Ciertamente tras un objetivo, todo se trata del viaje. Cada día, al final del día, hemos hecho un montón de cosas. Agradecido por lo que tenemos.

Recuerda: el peor trabajo es el que no se tiene, el peor esfuerzo, es el que no se hace, y lo peor que podemos hacer nosotros mismos es perder el ánimo.

Cuánto quisiera yo, a veces me digo en medio del camino cuando me va bien, un día excelente. De esos días en que, por decir, tienes establecido un monto mínimo de venta y resulta que ése día lo doblaste. Pero entonces, si al otro día no es bueno, dices hoy estoy triste porque no vendí nada.

Pensando así, resultará entonces que vas a estar todo el tiempo triste, hoy porque no vendiste, mañana porque llueve, y quizás pasado mañana, porque tienes malestar de estómago... entonces siempre, si te empeñas, vas a tener motivos para estar triste.

Tu estado de ánimo, no puede ser algo que te roben así de fácil.

Una vez me ocurrió que, estando con mi hermano -segunda anécdota- él iba conduciendo cuando, se le atravesó imprudentemente una persona. Mi hermano se molestó, aquello en verdad pudo ser una calamidad, gritó... y cambió su estado de ánimo. Se puso agresivo, insultando al señor ya lejos... y en esa actitud, rodamos como 15 kilómetros. Mi hermano estaba realmente bravo. Yo creo que la otra persona ni se percató y por tanto no pudo dar importancia a lo que había ocurrido.

Entonces, en medio de las palabras que puedes expresar – ¡ése si es bruto, no sabe manejar!- me pregunté a mi mismo: si esa persona es bruta, y uno se dice inteligente, y sin embargo aquella logró cambiar tu estado de ánimo, imaginemos lo que haría una persona inteligente contigo.

Si ese, al que llamamos bruto, poco inteligente, te cambió, te robó tu estado de ánimo, en tan solo unos segundos, con una maniobra que hizo con su carro. Tú no estás bien.

El estado de ánimo, es tuyo, te pertenece. Tú eres el dueño de él. Tiene que ser algo fuerte, algo decidido. No dejes que otras personas te roben tu estado de ánimo.

Decide tú por ti, que nadie hace feliz a otra persona si no es feliz primero consigo misma.

Si llegas a una clase, llegas a una oficina.. y en lugar de tomarte un café callado y solitario, lo ofreces a los demás, tú estás generando estados de ánimo para ti y para los otros.

Y hay otra frase que con frecuencia me repito a mí mismo: ¿Quién hace negocio con pobre? –refiriéndose a personas sin capital monetario-. Imagínate que estás vendiendo una Tienda y te preguntan cómo te fue hoy y respondas “más o menos”... Ahí ya fracasaste. Porque ya estás siendo negativo.

Así que recuerda que vendes, no sólo el producto, sino también lo que eres, tu visión de las cosas.

He visto personas ir a vender, muy bien vestidos, a lo mejor no tienen medio dólar en el bolsillo, pero los ves impecables, buen aroma, buena expresión, excelente estado de ánimo, eso es clave.

Imaginemos a una persona llegando a una entrevista de empleo lamentándose: Disculpe que llego tarde, es que me quedé dormido, o el autobús me dejó - ¿Quién quiere contratar a una persona que en vez de aportar soluciones venga a traer más problemas a una empresa?

Así, muchos de nosotros comenzamos un nuevo día con un: hoy no fue, anoche no dormí bien, ayer me fue mal entonces hoy seguramente será igual… entonces, el estado de ánimo va definiendo y definirá el resultado de nuestro día, y sobre todo marcará la diferencia entre ser feliz  o vivir apagado.

Recuerda, siempre mantén tu estado de ánimo no dejes que nadie te lo robe que sea tan fuerte que no puedan penetrar desde adentro hacia afuera, que seas tú y sólo tú, quien defina tu estado de ánimo.

Si tu fueses profesor y tu equipo perdió o tu peleador (en el caso de karate) perdió.. ¿Como resaltar el estado de ánimo?.. ¿Acaso decirle No importa que perdiste?.. ¡No... Sí importa! porque, de todas, todas no las ibas a ganar; ya que perder, también es parte del entrenamiento.

Perder, o mejor digamos, "aquello que no logramos", nos enseña la perfección de las cosas. Nos enseña que hay otras personas que están haciendo y entrenando más que nosotros, que se prepararon mejor que nosotros y no solo físicamente, mentalmente, a veces una persona que entra al tatami, al área de combate, tiene una actitud, con la que ya perdió, porque llega diciendo que le tocó contra el más fuerte, pensando -ojalá que no me toque este en la primera ronda- y ya así, perdió.

Le comentaba yo a mi profesor y amigo que, seguramente, a la edad de nosotros, ya adultos, bastante adultos, jaja, (masters), para ganar, debemos “consolidar nuestro estado de ánimo”, pero en el triángulo que conforma junto al estar preparados (bien preparados) físicamente y estar mentalmente decididos. Así:

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Cuando logramos fusionar esto, en verdad que ganamos, nos va bien, el resultado quizás sea un punto a favor o quizás un punto en contra y no obtengamos el triunfo en esa pelea. Pero con seguridad, nuestro estado de ánimo definirá nuestro performance, logrando que todos vean que, realmente, cada uno de nosotros estamos hechos para ganar.

Nuestro estado de ánimo siempre, al final del día, al final de cuentas, es el que decide y el que hace que brillemos o no brillemos.

Hagan lo que hagan, siempre mantén tu estado de ánimo por encima.

Y en los peores días… o en los días, “no tan buenos”, recuérdate: de las cosas buenas, de lo que eres capaz, y de la enseñanza de los días no tan buenos ¿Ok?


Así que,

¡Arriba con el Estado de Ánimo!

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